Polar Star Films trabaja actualmente con el productor Christian Popp, de Yuzu Productions, para nuestro último proyecto documental.
Christian comenzó su carrera como productor delegado en ARTE en 1997 antes de convertirse en productor independiente en 2005. Ha producido numerosos documentales ganadores de premios, entre los que hay BECOMING CARY GRANT, seleccionado para Cannes este año. Durante una reunión de producción en Barcelona, tuvimos la oportunidad de hacerle unas cuantas preguntas.
Nuria Palenzuela: ¿Qué te llevó hasta el mundo de los documentales?
Christian Popp: Empecé como periodista, primero para periódicos y, después, para ARTE. Y en algún momento decidí que quería hacer algo más largo, más en profundidad. Un día llamé a la puerta del departamento de noches temáticas de ARTE. Tuve suerte porque necesitaban alguien. Así que fue un proceso natural, nada planeado. No fue una especie de revelación del tipo «oh, veo un documental y después quiero ser productor de documentales». También había dirigido documentales en algún momento. Un día, sencillamente, decidí que ya no quería dirigirlos sino producirlos.
NP: ¿Cuál es la diferencia entre ser productor o productor delegado?
CP: Bueno, mi primera razón para convertirme en productor era una especie de frustración que tenía por no poder poner las manos en el proyecto y por no poder estar cerca del proyecto desde el desarrollo hasta la realización. Cuando eres productor delegado, lees el proyecto, discutes con el productor y el director. Después hay todo un proceso de toma de decisiones y finalmente, si hay suerte, se hace. Lo ves cuando está más o menos acabado, que es bonito, pero para mí, personalmente, era una frustración no poder participar de todas las fases. Y la decisión de convertirme en productor está basada en eso, en esta necesidad que sentía de estar más cerca de la producción.
NP: Has trabajado de productor tanto en Alemania como en Francia. ¿La producción de películas cambia según el país?
CP: Dependiendo de donde estás, produces de una manera concreta. Esto está relacionado primero en cómo se perciben y cómo se abordan artísticamente los documentales en un país. Las películas producidas en Alemania son diferentes de las que se hacen en Francia, porque hay un gusto diferente, una historia diferente, una historia estética diferente también. No juzgo. Sólo digo que es diferente y que necesitas ser consciente de estas diferencias primero. Después, producir en Alemania es un poco más difícil, porque los canales de televisión invierten menos dinero que los canales de televisión franceses. Pero también está muy bien porque en Francia necesitas que la fase de desarrollo sea más larga, y tienes que escribir mucho antes de poder hablar con las fuentes de financiación. En Alemania, en cambio, puedes ir a un canal de televisión y decirles “oye, ¿qué opináis de esta idea?”. Es difícil para mí decir que prefiero producir en Francia, pero creo que sí. Por las razones estéticas que he mencionado con anterioridad, pero también por razones financieras. No sólo porque puedes conseguir más dinero, sino porque el proceso es más interesante. Ya sabes… entrar con más profundidad en un proyecto, desarrollarlo, ser más cuidadoso con el desarrollo hasta que dices: de acuerdo, quiero ser partícipe, financiarlo, producirlo.
NP: Con los años, ¿qué has aprendido de la coproducción internacional? ¿Qué consejos puedes compartir con nosotros?
CP: Creo que no deberías hacer una coproducción internacional si no lo necesitas. Y con necesidad no hablo solo, ni siquiera primeramente, de dinero –porque la idea de la coproducción internacional es sumar los fondos económicos de los diferentes países para poder tener un presupuesto ambicioso–, sino de colaboración. Se trata de unir el conocimiento local, el gusto local, el talento local para hacer el mejor filme posible. Así que establezco coproducciones, y acepto unirme a una coproducción, si tiene sentido hacerlo. Sí, podemos apostar por un fondo financiero, pero también necesitamos la colaboración creativa.
NP: ¿Qué opinas de los transmedia? ¿Son el el futuro del documental?
CP: Si miras la historia del cine, ves que es una manera muy joven de contar historias. Y está evolucionando porque la tecnología y las oportunidades de contar historias también evolucionan. Así que el transmedia para mí es básicamente una herramienta para explicar las mismas historias pero de manera diferente a como lo hacíamos antes. Y mientras que, hace unos años, los documentales interactivos eran los nuevos “El Dorado”, en cierto modo –no financieramente pero en términos de interés– esto ha cambiado y ahora lo es la realidad virtual (RV). La gente está experimentando cómo contar historias con RV, hay proyectos maravillosos, se han hecho cosas fascinantes. Creo, sin embargo, que la realidad aumentada (RA) tiene un futuro más interesante que la realidad virtual. Y estoy de acuerdo en que, mientras los documentales lineales para TV y para cine son muy importantes y todavía tienen mucho peso, se añadirán versiones más cortas. Puedes contar historias en Facebook, en Snapchat. Puedes contar historias en RV o RA, basadas en localización, así que esto crecerá. Y me pone contento.
NP: Esta es tu segunda colaboración con Cosima Dannoritzer. ¿Qué es lo que te atrae de sus proyectos?
CP: Lo que me gusta de su enfoque es que decide hacer películas que, sin querer ser muy ambiciosas, pueden cambiar algo en el mundo y creo que esto es muy importante. Comprar, tirar, comprar, La tragedia electónica, ahora Ladrones de tiempo, son filmes relevantes. Provocan un impacto. Deseo que provoquen un impacto en el mundo. La segunda cosa que me gusta del enfoque de la Cosima es su precisión a la hora de aproximarse a las cosas. Es una directora muy creativa, pero también es muy periodística, en el sentido de que es muy precisa a la hora de aproximarse a las cosas. Así que, por un lado es artística, y por otro es como una periodista, minuciosa, y explica las cosas detenidamente para hacer que tengan este impacto del que hablaba.
NP: ¿Cómo controlas el tiempo normalmente? ¿Qué tipo de relojes utilizas?
CP: Uso un reloj pero no lo llevo puesto, así intento no estar demasiado atado al tiempo. Intento organizar el día para no verme abrumado por los ladrones de tiempo exteriores. Controlo bastante bien los ladrones de tiempo que son míos, pero intento mantener un equilibrio y tener cuidado con los ladrones de tiempo del exterior. La realidad, sin embargo, es que esta producción, la producción de documentales, es un ladrón de tiempo de alguna manera. No sé por qué fuimos a los EE.UU., o a Barcelona, o a Berlín o a otros lugares que aparecen en el documental… Habríamos podido hacer el documental en la oficina (ríe). Sin embargo, gracias a este documental, hemos aprendido mucho de nuestro trabajo diario, de cómo ser más eficientes. Pero también me gusta soltarme. Me gusta llegar a no hacer nada y no tener este sentimiento de que si no estoy haciendo nada estoy perdiendo el tiempo. Así que tengo una relación con el tiempo bastante ambivalente, como todo el mundo.
NP: ¿Crees que el tiempo es dinero?
CP: Evidentemente que el tiempo es dinero. Pero creo que no debería serlo y que tenemos que luchar contra la idea de que solo es dinero. Hay muchos tipos de tiempo. Hay un tiempo que puede ser considerado dinero, pero también hay un tiempo, el tiempo para las relaciones personales, para el amor, el placer, que no se debería valorar con dinero. Ni siquiera debería valorarse, simplemente disfrutar de él.